Rojo y negro
Rojo y negro está protagonizada por Julien Sorel, hijo de un carpintero del pueblo ficticio de Verrières. Narra sus esfuerzos por ascender de condición social, mediante la hipocresía y la demagogia. La novela se divide en dos "libros".
El primero presenta a Julien, que prefiere pasar más su tiempo leyendo o imaginándose como militar en el ejército de Napoleón que trabajando con su padre y sus hermanos, quienes lo reprenden por ser un intelectual. Julien se hace asistente del cura local, quien más tarde consigue un puesto para Julien como prefecto de los hijos del alcalde de Verrières. Eventualmente, Julien empieza una relación amorosa con la mujer de su patrón, que concluye mal cuando una criada difunde el secreto. El señor Rênal decide expulsar a Julien, quien ingresa en un seminario en Besançon lleno de intrigas. El director del seminario, monsieur Pirard, se muestra afín a Julián, y cuando éste abandona el seminario porque no soporta las maquinaciones partidistas de la Iglesia, pide al diplomático reaccionario De la Mole que contrate a Julien como su secretario particular.
El segundo libro encierra el tiempo que Julien pasa en París con la familia De la Mole. Julien trata de participar en la vida de la alta sociedad, pero los nobles le desprecian por su origen humilde.
Seducido por Mathilde de la Mole, hija de su patrón, consigue ser correspondido, y los dos comienzan una aventura en la que Julien demuestra su torpeza de principiante. A un tiempo, para evitar el desprecio de que a veces hace gala Mathilde, Julien finge que ésta ya no le interesa y usa unas cartas que recibe de un mujeriego que él conoce para hacer la corte a una viuda, amiga de la familia De la Mole. Julien y Mathilde se unen definivamente cuando ella le dice que está embarazada. El padre de Mathilde se enfada cuando se entera, pero cambia de idea y da a Julien un estipendio y un puesto en el ejército que le permita casarse con su hija. Pero cambia idea otra vez cuando recibe una carta de la señora Rênal diciendo que Julien es un mujeriego que hace presa en las mujeres vulnerables. Tras averiguar que su antigua amante le traicionó, Julien regresa rápidamente a Verrière, encuentra a la señora Rênal y dispara contra ella, acertándole una vez. Aunque la señora Rênal sobrevive, Julien es condenado a muerte.
Los últimos capítulos muestran a Julien en la cárcel, pensando en todas sus acciones de los últimos tres años y en su puesto en la sociedad. La señora Rênal perdona a Julien, y ella y Mathilde tratan de sobornar a los oficiales públicos para revocar su sentencia de muerte, sin conseguirlo. En su último examen de conciencia, Julien cae en la cuenta de que a quien más ha amado es a la señora Rênal, y de que no ha amado realmente nunca a Mathilde. Julien es ajusticiado y la señora Rênal muere tres días más tarde de dolor.
El primero presenta a Julien, que prefiere pasar más su tiempo leyendo o imaginándose como militar en el ejército de Napoleón que trabajando con su padre y sus hermanos, quienes lo reprenden por ser un intelectual. Julien se hace asistente del cura local, quien más tarde consigue un puesto para Julien como prefecto de los hijos del alcalde de Verrières. Eventualmente, Julien empieza una relación amorosa con la mujer de su patrón, que concluye mal cuando una criada difunde el secreto. El señor Rênal decide expulsar a Julien, quien ingresa en un seminario en Besançon lleno de intrigas. El director del seminario, monsieur Pirard, se muestra afín a Julián, y cuando éste abandona el seminario porque no soporta las maquinaciones partidistas de la Iglesia, pide al diplomático reaccionario De la Mole que contrate a Julien como su secretario particular.
El segundo libro encierra el tiempo que Julien pasa en París con la familia De la Mole. Julien trata de participar en la vida de la alta sociedad, pero los nobles le desprecian por su origen humilde.
Seducido por Mathilde de la Mole, hija de su patrón, consigue ser correspondido, y los dos comienzan una aventura en la que Julien demuestra su torpeza de principiante. A un tiempo, para evitar el desprecio de que a veces hace gala Mathilde, Julien finge que ésta ya no le interesa y usa unas cartas que recibe de un mujeriego que él conoce para hacer la corte a una viuda, amiga de la familia De la Mole. Julien y Mathilde se unen definivamente cuando ella le dice que está embarazada. El padre de Mathilde se enfada cuando se entera, pero cambia de idea y da a Julien un estipendio y un puesto en el ejército que le permita casarse con su hija. Pero cambia idea otra vez cuando recibe una carta de la señora Rênal diciendo que Julien es un mujeriego que hace presa en las mujeres vulnerables. Tras averiguar que su antigua amante le traicionó, Julien regresa rápidamente a Verrière, encuentra a la señora Rênal y dispara contra ella, acertándole una vez. Aunque la señora Rênal sobrevive, Julien es condenado a muerte.
Los últimos capítulos muestran a Julien en la cárcel, pensando en todas sus acciones de los últimos tres años y en su puesto en la sociedad. La señora Rênal perdona a Julien, y ella y Mathilde tratan de sobornar a los oficiales públicos para revocar su sentencia de muerte, sin conseguirlo. En su último examen de conciencia, Julien cae en la cuenta de que a quien más ha amado es a la señora Rênal, y de que no ha amado realmente nunca a Mathilde. Julien es ajusticiado y la señora Rênal muere tres días más tarde de dolor.
TEMAS PARA DEBATIR:
-Pena de Muerte. ¿Legítima o ilegítima?
-La ambición. ¿Puede hacernos malas personas?
Héctor
12 comentarios
Iria -
se iban a casar cuando mejorara su situación económica asique Scrooge se puso manos a la obra. Pero cuando ya podían casarse él la rechazó para conseguir más dinero y su prometida, cansada de sus desprecios, le dejó. Si Scrooge hubiera decidido casarse, esa ambición hubiera sido buena pero al final acabó dando más importancia al dinero que a su prometida.
Y respecto a la pena de muerte, en mi opinión nadie tiene derecho a decidir sobre la vida de nadie, porque nadie es superior a otra persona y ahí está la injusticia: aunque todos somos exactamente iguales, lo material hace que unas personas tengan poder sobre otras y se cometan esas injusticias.
Nieves -
Borja -
Anónimo -
Alejandra -
Héctor -
Alejandra -
hecha la ley, hecha la trampa que dicen...
Pues eso, cabría preguntarse quién es de verdad el delincuente ¿el que delinque directamente o aquel que con su "justicia" condena a personas sin recursos abocandoles a la ley de la calle?
jajaj es un tema que me enciende bastante...
Héctor -
Héctor -
¿Es justa la justicia? (valga la redundancia).
Imagino que todos pensaréis que sí, o al menos casi todos... en caso afirmativo, ¿qué cambiaríais de ella?
Diego -
Marina -
Alejandra -
En mi opinión el ser humano no está capacitado para distinguir lo que está bien de lo que está mal ya que la moral es muy subjetiva y hay leyes que rayan en lo absurdo.
Toda la parafernalia de las leyes, la justicia, las carceles y demás a veces hacen un papel ridículo y poco digno.